En nuestra presencia.

En nuestra presencia,

nos han abrazado con restricciones,

nos han obligado a mentir por la verdad,

luciendo con gusto

repulsivas argollas

alrededor de nuestros ojos.

En nuestra presencia,

nos han provocado hambre,

nos han mutilado vivos,

y ahora míranos,

tememos conocernos 

a nosotros mismos,

seducidos por el desuso

de las paredes anuladas 

y al verter sus jugos 

en nuestros oídos preciosos,

han quemado todo rastro 

catártico,

y los han sustituido

por el miedo a estar solos.

En nuestra presencia,

han convertido a este continente en hijos del Manliéve
de nuestros próceres,
por ello nos aterra nuestra apariencia.

Nacer deshechos / es américa del sur / Nacer heridos, por nuestra patria.

Retrato la pérdida.

Retrato la pérdida

que desconocen mis huesos rotos

y extraño, como tú,

le quitabas peso a esta muerte

y huías con mi esperanza

de una mejor vida.

Prologo de la existencia.

Solo estoy orgulloso de la miseria de hombre que soy.

Y no se trata de que no me ame.

¡Por que hacerlo! 

Saber que no puedo ser feliz es la mayor de mis fortunas.

¡Darse cuenta de lo poco que somos! 

¡Esa es mi miseria!

La representación de la tortura.

«Yo se perder 

con dignidad,

porque no conozco otra cosa,

porque no tengo otra vida.»

Mutilation de l'apparence

«No es bueno que todo el mundo lea las páginas que siguen; sólo algunos saborearán sin peligro ese fruto amargo» Lautréamont.

He de hurgar, con desconfianza, en el hombre; la envidia propia de los niños.

Desde las raíces 

Comencé con líneas
engendrando vergüenza dentro de ellas
no era un camino,
era un pesar
que revocaba el castigo.

Pronto, las convertí en lágrima,
fue necesario amputarme,
concebir un vacío,
donde el grito fuese confortable,
para darle sentido a mis piernas,
tuve que golpearlas, azotarlas como si se tratase de mi reflejo ,
escupir hasta que desaparecieran,
de esta forma pude ser lágrima
y llorar mi existencia;
a diferencia de otros cuerpos
de este no desea escapar la sangre,
abandonar las vísceras sería sacrificarse por una humanidad
que se avergüenza de su labor, y aquél  líquido lo entiende, porque se conoce a sí mismo.

Las compasivas 

Se ven así mismas de forma humillante
embriagadas hasta volverse un desastre,
se han vuelto frágiles,
no paran de pensar en lo que han hecho,
las voces en la cabeza les llenan de preguntas, se miran así mismas con tonos rojos dentro su propia sombra,
no tienen respuesta. 

Temen / lo que les queda de vida,
dudan / de sus recuerdos...
de las veces que han dominado 
al rechazo.

Se ven así mismas, lo sospechan, lo saben, lo dudan, se alarman, les aterra, le pone los pelos de punta, se preparan, se atemorizan, irrumpen sus oídos con martillos, se persignan, lloran, pecan.

Mi manos se han cercenado a sí mismas. No me asombra, han aprendido de la guerra. Esta vez, la sangre se ha derramado en el piso, ha llorado con sutileza mi similitud con el hijo de dios. 

Caja de vísceras 

Querido lector, jamás toques al corazón.

<Dirige hacia atrás tus pasos y no hacia delante>

La mutilación del rostro 

Esta noche, seré, por completo

tu hermano, y a la vez, seremos uno.

El que no aborrece a su familia no es digno de ser mi discípulo.

Jesucristo, hoy estoy ante ti, para darte mi cuerpo, para que me otorgues una razón de ser. Deseo callar esta herida.


Te entrego mi rostro,
aquélla imagen en ruinas de mi identidad,
cada arruga es síntesis de una forma de desesperación
de una vida prefabricada.
Estos ojos no son la puerta del alma, son el escondite de mi niñez, de la muerte prematura de mis padres.
Aquí la juventud está diseñada para engendrar tristeza.
Arruiname la boca, extraeme los dientes con la misma calma con la que lloras por nosotros.
Por favor, no acumules en mi, esta autocompasion denigrante, hazlo de una vez.
No toques mi nariz, quiero olerte cuando muera por ti.

En este auxilio, el pánico me permite ver toda tu divinidad desnuda.

Y me has empapado de tu erótica verdad. Gracias por introducirme a la fuerza aquellas palabras, las recitaré cuando la verdad mude de piel; porque así me hiciste, débil, temeroso, y con una sed sempiterna por tu cuerpo.

Para los fracasados.

Reconocer la silueta del despido,

pagar para luego existir,

preferir el accidente 

Son todas una clara forma / de humillarse / pretexto para denominarse Hombre

De este modo es posible sentirse

 patetico a gusto

 cuando se es interrogado por el psiquiatra.

La peor desgracia del fracasado 

es poder vivir del fracaso, 

esa extraña forma de vomitarlo todo,

saturar el piso con fragmentos del ser

y llorarle a la reflexión,

hasta que carezca de voz

y te llamen arte.

una opinión más exacta de ti misma.

Mírate,
en el suelo, lleno de plantas,
pisadas por tus ojos, que solo lloran
una gota de pánico,
por tanto amor, que te sofoca
y callas.

Tú y tu miedo a estar sola

me acompañan mientras transito tu vida,

en esta calle

llena de ruido

y voces

que me ocultan

y hablan

sobre tu verdad

en ruinas pasadas

fielmente construidas

a partir de imágenes negras

que te consuelan por tu amor

a la pérdida.

Y es aquí donde identifico tu dolencia más exacta,

yo,

fuera de este cuerpo

lleno de paranoia

atraigo con mi piel exquisita

a la voz más dulce

que inspecciona con

minuciosidad mi exactitud

y da fecha de muerte

con cuchillos hechos de crema

a mi pared más pesada,

la que resguarda

mi opinión más exacta.

ruina de hombre.

I

El aroma a concreto

 tiñe nuestra ruina 

que nos aproxima

 a ser un trozo ausente

 de brío pesimista. 

Dejamos de ser potables y perfectos

 cuando lo abandonamos todo

 por un poco de luz fría 

Ahora míranos..

 perdidos y desorientados

 en el abrazo,

 y en la humillación de nuestra memoria. 

Dejamos de ser ave 

para ser restos en decadencia.

 Dejamos de ser fuego

 para convertirnos en niños huérfanos, 

que nos aconsejan y susurran:

«La muerte duerme desnuda y frágil

 frente a la inmortalidad

Y acaba por soñar 

una vida vivida

 entre todos estos cuerpos en ruinas» 

La calma.

Es ella, de nuevo aquí
la palpo, le recorro la cara hasta reconocerle 
y es por su arrogancia por la cual puedo diferenciarla 
poseedora de toda llave y espita 
la escucho tocar...sin motivo alguno 

Recorría por toda habitación 
una angustia, ya acostumbrada y bautizada 
por nuestros gritos 

Fieles a la memoria del silencio 
donde el miedo teme 
por un poco de vida...tonta y confundida 
porque es la medicina el cáncer que nos mata  

y es aquel ser que no comprendía
y que ahora llegó a comprender 
que la desesperación es la sensación de calma al morir.